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EL AMOR AL TRABAJO TRAE PROSPERIDAD

Manuel Rodríguez Alejandre

No cabe duda de que una de las fuentes principales de prosperidad es tener una buena relación con el Trabajo, sentirnos satisfechos con nuestra vida laboral o profesional.

Podría alguien tener mucho dinero pero sentirse infeliz, aburrido, desmotivado o desgraciado en el campo laboral sin encontrarle sentido a su trabajo ¿Diríamos que a pesar de los signos externos de riqueza es una persona próspera?

En estos tiempos todo nos ha ido llevando a un punto donde las palabras más sensatas son: Replanteamiento, revisión, cambio, nueva etapa, aprendizaje etc.  Y en general  todas aquellas palabras  que tienen que ver con reconocer que los modelos de vida que han imperado en el mundo y sobre todo en la sociedad occidental necesitan una profunda revisión.

Una revisión que nos atañe a todos, no solo a los políticos y a los intelectuales, sino a todos los ciudadanos que componemos el entramado social.

En ese replanteamiento, EL TRABAJO es una de las áreas más importantes en la vida de las personas, le dedicamos tanto tiempo como a dormir, las  dos actividades que se llevan más horas en nuestras vidas. Implicamos en él, además de mucho tiempo, ilusiones, frustraciones, miedos, alegrías, éxitos, fracasos. En él hacemos grandes amigos, y a veces enemigos, en él nos enamoramos, nos endeudamos, ganamos dinero, aprendemos, disfrutamos y sufrimos.

Replanteándonos el Trabajo como UN SACRIFICO Y COMO UNA NECESIDAD DE SUPERVIVENCIA

Los seres humanos hemos vivido el trabajo como un castigo divino, “te ganarás el pan con el sudor de tu frente”, éste ha sido el pensamiento central, consciente o inconsciente,  en torno al trabajo.

En gran parte hemos vivido el trabajo a lo largo de la historia como un sacrificio, esclavitud, opresión, obligación, aburrimiento, sometimiento, lucha, competitividad, supervivencia, alienación, discriminación, injusticia, todo ello son creaciones de nuestra mente individual y colectiva.

Podemos esperar y desear a que los gobiernos, los sindicatos, las grandes corporaciones dicten soluciones a la situación económica y social, pero mientras lo hacen o no lo hacen, qué podemos hacer los ciudadanos de a pie:

CAMBIAR NUESTRA FORMA DE PENSAR,
QUE CAMBIA NUESTRAS ACTITUDES,
QUE CAMBIAN NUESTROS RESULTADOS.

El reto es poder ver el trabajo como algo más que un medio de supervivencia: “Lo que tengo que  hacer para que me den dinero para poder vivir.”

Necesitamos invertir la forma de pensar y plantearnos a nosotros mismos algunas preguntas:

  • ¿Qué es lo que yo tengo para dar a los demás, a la sociedad, al mundo?
  • ¿Qué es lo que se hacer, que amo hacer?
  • ¿Cuales son mis habilidades y talentos personales? (No hay ser humano que no los tenga).
  • ¿Cómo puedo hace para disfrutar más de mi trabajo actual o de cualquier trabajo futuro que me proponga, o en el que me implique?
  • ¿Qué cambios quiero hacer para disfrutar más de mi trabajo y de mi vida? A veces son pequeños cambios y otras veces son radicales.

Y todo eso implica creer en uno mismo, apostar por uno mismo y salirnos de actitudes victimistas.

NO SOMOS VICTIMAS DEL MUNDO QUE VEMOS, como dice un libro de sabiduría occidental (Un Curso de Milagros)

El victimismo encubierto en nuestras mentes, es uno de los peores males, nos deja inactivos, nos deja resentidos, nos llena de rencor, ponemos fuera de nosotros la responsabilidad de nuestra vida. Eso nos deja sin fuerza para hacer cambios, para encontrar soluciones.

NUEVAS FORMAS DE PENSAR Y VIVIR EL TRABAJO:

Tanto los que tienen un trabajo estable, como los que se han quedado sin trabajo, como los que se sienten en la cuerda floja de la incertidumbre de futuro, todos  podemos plantearnos formas de vivir el trabajo más evolutivas que nos traigan una experiencia más satisfactoria y enriquecedora para uno mismo y para el entramado social.

Abrirnos a ver el trabajo como la aportación que cada persona, empezando por uno mismo, hace al conjunto de la sociedad humana,  y  reconocer que todo trabajo es valioso y aporta bienestar a los demás.

Reconocer que cada ser humano tiene un conjunto de cualidades, talentos, habilidades, aprendizajes y virtudes que le hacen valioso para hacer diferentes trabajos.

Creer que todo ser humano, empezando por uno mismo, tiene un Propósito Superior. Y que si seguimos nuestra guía interior, nuestra intuición, la voz de nuestro Ser sentida en nuestros corazones, ese Propósito se ha de terminar expresando claramente en nuestras relaciones, en nuestro trabajo y en nuestra vida.

Encontrar formas que nos lleven a hacer lo que amamos y  a amar lo que hacemos.

CAMBIOS EN LA MENTE IGUAL A CAMBIOS EN LA VIDA

Eso implica entre otras cosas:

  • No anclarnos en visiones negativas que nos generen negatividad, resentimiento o culpa: “Todo está muy mal”, “A mi edad es imposible”, “La sociedad es injusta”,  “Yo tendría que haber previsto esto”, “He sido tonto”, etc…
  • Creer en uno mismo, en tu persona, en tus posibilidades, en tu suerte, en que siempre surgen nuevas oportunidades.
  • Escuchar y honrar los deseos profundos de nuestro corazón, que nos marcan una y otra vez direcciones en nuestras vidas.
  • Abrirnos a pedir y a recibir ayudas, apoyos, propuestas, oportunidades…
  • Implicarnos en nuevos aprendizajes que nos gusten, que nos aporten entusiasmo, que nos abran nuevas perspectivas.

El TRABAJO Y LAS RELACIONES

En tanto tiempo que pasamos trabajando, una de las cosas principales que hacemos es relacionarnos con otras personas. Nos relacionamos con compañeros, con jefes, con empleados, con clientes, con proveedores, con personas anónimas y con personas con las que llevamos años viéndonos todos los días.

En cierto modo podríamos decir que el Trabajo son Relaciones Personales.

Si logramos tener buenas relaciones personales en nuestros trabajos, podemos hacer que “el tiempo laboral” sea algo más satisfactorio, más interesante, e incluso porque no, más divertido.

Implicamos mucha vida en nuestros trabajos, ponemos en ellos nuestras expectativas y nuestra  inteligencia, nos implicamos afectivamente, sentimos muchas emociones diversas en él, ponemos a prueba nuestra creatividad, y todo ello en a través de una red de relaciones con seres iguales que nosotros, que tienen corazón, miedos, deseos y necesidades.

Podemos ver al trabajo como un gran sitio de experimentación donde aprender a sentirnos mejor, a estar más alegres, a tener más éxito, a disfrutar más.

El comentario y la pregunta que surgen ante lo anterior podrían ser “queda muy bonito pero ¿cómo se consigue esto?

La respuesta también podría ser “Yendo a por ello, creyéndolo posible…”

Llevamos mucho tiempo fomentando creencias culturales y personales que nos han mantenido estancados en realidades insatisfactorias: Creencias tales como “las relaciones personales son muy difíciles y complicadas”, “en el trabajo hay que aguantar mucho”,  “siempre hay algún elemento que te hace la vida imposible”, “si eres sincero se ríen de ti”,”en el trabajo o pisas o te pisan”, etc., etc.

Todo en la vida es una cuestión de creencias, el verbo “creer” es primo-hermano del verbo “crear”, así que podemos decir  “lo que creo en mi mente lo creo en mi realidad”.

Esto es perfectamente aplicable a nuestras relaciones personales en el ámbito del trabajo.

Veamos creencias que nos pueden ayudar a mejorar nuestras relaciones laborales:

  • Mis compañeros de trabajo son mis iguales, cuanto más me valoro, más me valoran, cuanto más me respeto a mi mismo, más me respetan.
  • Me gusta más cooperar con mis compañeros que ponerme al ataque o a la defensiva.
  • La persona con la que tengo un problema tiene tantas ganas de solucionarlo como yo, aunque no lo demuestre.
  • Mis clientes quieren salir satisfechos y yo lo consigo.
  • Cada persona con la que me encuentro en mi trabajo tiene como yo, sentimientos, deseos, miedos y necesidades, y como yo quiere más alegría y felicidad en su vida.
  • Cuando tengo un conflicto personal, tengo una oportunidad para desarrollar soluciones y recobrar mi tranquilidad.
  • Cuanto más expreso mi claridad y mi verdad más nos beneficiamos todos.
  • Puedo ser eficaz y divertirme al mismo tiempo.
  • Me gusta estar en paz y tener una buena relación con mis jefes y tomo mi responsabilidad para conseguirlo.
  • No necesito que otros me aprueben continuamente para yo sentirme bien conmigo mismo.
  • Si esta persona se muestra antipática no tiene que ver conmigo, a saber que problemas o desgracias personales ha tenido o tiene en su vida.
  • Me gusta escuchar a mis empleados y valorar sus aportaciones y necesidades.
  • Cuanto más amable y eficaz soy, mejor me lo paso, más me beneficio a mi mismo.
  • Cada persona con la que me encuentro me trae un regalo y una oportunidad.
  • Me gusta estar consciente de lo que me pasa dentro cuando me estoy relacionando con otra persona en mi trabajo.
  • Mis relaciones en el trabajo mejoran el mundo.
  • Siempre que me acuerdo elijo “buena onda”, me sale más a cuenta.
  • Cuanto más mejoro mis relaciones en mi trabajo, más entusiasmo entra en mi vida.
  • Estoy aprendiendo formas y trucos para que  mis relaciones laborales ganen cada día en calidad.
  • Los conflictos personales ponen a prueba mi capacidad para traer más creatividad y paz a mi vida.
  • Puedo poner mis límites personales y todos se benefician.

Detrás de cada situación y de cada relación satisfactoria o insatisfactoria hay una creencia que la sustenta. Las creencias, las intenciones, los pensamientos, las motivaciones y los deseos crean nuestra realidad individual y colectiva.

Observándonos a nosotros mismos podemos darnos cuenta de que es lo que  subyace debajo de cada relación insatisfactoria.

Y en lugar de aguantarnos, o juzgarnos, o atacar a la otra persona, o en lugar de culparnos a nosotros mismos, o maldecir la vida, podemos hacer algo para transformar, mejorar, relativizar, suavizar y cambiar lo que antes producía tensión en bienestar. A veces es algo que ocurre de poco en poco, otras veces es algo que ocurre rápida y sorprendentemente.

Todo lo que hagamos por mejorar nuestras relaciones laborales está siendo un regalo para el mundo, para el otro y sobre todo para nosotros mismos.

EL TRABAJO Y EL DINERO

En cierta ocasión, un amigo mío me hizo unas reparaciones en casa, cuando fui a pagarle me dijo “¡Estás loco! Yo disfruto haciendo esto, no me ha supuesto ningún esfuerzo”

Durante mucho tiempo hemos unido el hecho de ganar dinero con esfuerzo, sacrifico, lucha, obligación. Nuestra mente inconsciente no concebía ganar dinero y disfrutar, pasarlo bien, amar lo que hacemos. Lo que nos gusta, lo que nos hace disfrutar lo hemos colocado en el apartado de “aficiones o hobbys”.

Hemos tenido una relación conflictiva con el dinero, le hemos hecho culpable de los males del mundo. Todos queremos más, pero al mismo tiempo pensamos que el dinero es una fuente de problemas. Si no tienes, malo. Y si tienes…

Necesitamos perdonar al dinero. Somos los seres humanos los que convertimos a una herramienta en problemática. La herramienta no es el problema, es nuestra utilización de ella la que la pervierte.

Para mejorar nuestra relación con el trabajo y sentirnos prósperos, necesitamos llevarnos bien con el dinero, sentirnos merecedores de recibirlo, sentirnos inocentes por recibir dinero trabajando con alegría, con disfrute, valorando nuestra contribución por el servicio que damos allí donde lo hagamos.

A los seres humanos nos gusta pagar cuando recibimos un trabajo hecho con eficacia, simpatía, honestidad, por lo que llamamos “un buen trabajo” cuando decimos “ésta persona es un artista”, porque el dinero es la herramienta inventada para intercambiar servicios cuando el trueque ya no era operativo.

Encontramos artistas en la ventanilla de un ministerio, dándote la información precisa, entendiendo tu problema y siendo eficaz para ti, en la sala de curas de un hospital, tranquilizándote, tocándote con calidad y calidez, en la frutería, colocando las manzanas y haciéndote la compra agradable, o en un estudio de arquitectos, valorando el espacio en donde han de vivir personas, seres humanos, familias,... encontramos artistas ... en cualquier lugar donde alguien ama lo que hace o hace lo que ama.

Todo trabajo puede suponer un servicio a la sociedad, si somos capaces de verlo así. Cada uno va encontrando el camino para vivir su vida con Propósito, vamos dándole sentido a lo que hacemos y a cómo lo hacemos.  Y cuando nos sentimos merecedores de recibir dinero por ello, con sentido de gratitud, servicio y de autovaloración. Entonces, de una forma natural, el trabajo va convirtiéndose en una fuente de prosperidad.

Manuel Rodríguez Alejandre, es profesional de Rebirthing y Constelaciones Familiares. Cursó estudios en la Escuela de  Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid, y trabajó 15 años en la banca. Es co-director de la Escuela de Respiración Consciente y Mente Creativa de Girona. Desde hace 15 años imparte el curso “La Creación de un trabajo satisfactorio” para personas en proceso de cambio o mejora laboral.

   y  www.respiracionconscienteymentecreativa.com