Por: Beatriz Fernández del Castillo. Empieza un nuevo año y también los nuevos propósitos, esos que a veces cuesta mantener. ¿y porqué es eso?
Un patrón que deseamos cambiar suele tener un beneficio a corto plazo (+) , pero negativo a largo plazo (-). ¿Por qué cuesta deshacerse de él? Porque seguimos pensando que nos perdemos algo si renunciamos al beneficio a corto plazo, aunque ello suponga sufrimiento o malestar a largo plazo. Casi todas las adicciones tanto físicas, materiales o emocionales tienen este patrón. Desde el mantenernos en relaciones disfuncionales por no perder lo poco de bueno que os puedan aportar (aunque después se convierta en un infierno), hasta mantener trabajos, hábitos de alimentación, de relación, de bebida, o cualquier otra adicción, porque no somos capaces de renunciar a algo menor y peor a corto plazo para conseguir algo mayor y mejor a largo plazo. Por ejemplo. El famoso propósito de ir al gimnasio, ¿Por qué voy a hacer deporte si me cuesta tanto a corto plazo superar la vagancia por un supuesto beneficio a largo plazo que aún no veo ni siento? Ese “beneficio” que aún no puedo cuantificar es uno de las razones por las que nos mantenemos en el patrón erróneo. Y es que el cuerpo que no ha experimentado aún ese beneficio, no nos “pide” el ir al gimnasio, hay que darle tiempo para que se sienta bien después de haber ido. No nos lo pide hasta que hayamos hecho el esfuerzo consciente de ir unas cuantas veces y hayamos grabado la experiencia positiva emocionalmente en el cuerpo. Entonces él nos pedirá ir al gimnasio, porque ya ha tenido la oportunidad de experimentar ese beneficio y nos va a demandar más de lo mismo. La mente tarda muy poco en pensar de manera diferente, ahora puedo pensar A y dentro de un rato B, y realmente no ha habido casi ningún esfuerzo por cambiar de pensamiento. Pero entonces viene el poner en práctica el nuevo pensamiento, y el cuerpo tiende a hacer lo que sabe, lo que tiene “programado” desde hace años, el viejo patrón. Cada vez que hacemos y repetimos un patrón se hace más fuerte y almacena energía cinética en el cuerpo, de manera que cuando nos enfrentamos a algo parecido, el cuerpo puede atenderlo casi de manera automática sin la intervención consciente de la mente. Es la manera en que podemos por ejemplo conducir y hablar o pensar en otra cosa al mismo tiempo, el cuerpo ya aprendió a conducir y muchas de las funciones las realiza de manera automática y las pasó a “acto reflejo”. Para hacer un cambio que permanezca en el tiempo, en la intención, y en la ejecución, hemos de programar algo más que la nueva idea que tenemos de nosotros mismos, la intención o el objetivo que nos marcamos, hemos de darnos la oportunidad de sentir algo por ese nuevo patrón y para eso, hemos de aceptar el esfuerzo del principio para llevarlo a cabo conscientemente el tiempo suficiente para que el cuerpo se habitúe al nuevo patrón y le “coja cariño”,le encuentre el beneficio y lo “sienta” como propio y amado.. En cuanto ese sentimiento o sensación pasa a ser una razón por la que haces la nueva actividad, entonces el proceso estará completo y será difícil que se altere hasta que decidas hacer conscientemente otro cambio. En resumen: - Ponte un objetivo, sea material, emocional, mental o espiritual y comprométete con ese objetivo y contigo para llevarlo a cabo, con las dos cosas. Recuerda que si te fallas a ti por no ejecutarlo, también fallará el objetivo que te hayas marcado. - Ve probando formas de hacerlo hasta que encuentres una que vaya mejor con tu personalidad, tu forma de ser, tu disponibilidad de horarios, tus gustos…intenta que sea la actividad o el cambio que sea te agrade también la forma de realizarlo. Asi no tendrás excusas para faltar a tu compromiso. - Para que todo tu sistema mental, emocional y físico tenga un recuerdo de los beneficios de la nueva actividad, deberás intentarlo varias veces con conciencia plena hasta que el mismo cuerpo, tu bienestar y tu mente te lo pidan y el patrón vaya cogiendo inercia por si mismo. Ése será el esfuerzo inicial, investiga la mejor manera y con el menor esfuerzo según tus gustos y habilidades para realizar la nueva actividad, eso eliminará parte del esfuerzo inicial, “sarna con gusto no pica”. - Recuerda el porqué lo haces constantemente para mantenerte en el objetivo, hasta que el patrón se haya instalado definitivamente y el viejo ya no te demande atención. Ve apuntando los beneficios que vas adquiriendo, uno por uno, valóralos, repítete cuanto te gustan esos nuevos cambios, con el tiempo todo tu sistema se amoldará al nuevo patrón sin esfuerzo, porque ya el beneficio resultante está íntimamente ligado al patrón por emociones, que son las artífices verdaderas de todo cambio. - Y cuando ya lo hayas conseguido, relájate y disfruta de tu esfuerzo, de tu ejecución, de tu proceso creativo, y del orgullo de haberte enseñado una nueva forma de hacerte feliz. Ese es el mayor beneficio que habrás adquirido en el proceso, porque la sensación de fracaso por haberse fallado a uno mismo es lo que hace que la mayoría de los buenos propósitos se queden en el olvido. |