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LA PAREJA TÁNTRICA ES EL REFLEJO PURO DE UNO MISMO

El enamoramiento es de uno hacia uno, hacia adentro lo limitado se encuentra con lo ilimitado y se fusiona en un encuentro de amor único, lo oscuro encuentra la luz y adquiere la experiencia de la conciencia, el irritado se enamora del tranquilo y ajusta la velocidad a la calma, el deseo se enamora del desapego y el espacio se vuelve meditativo, quieto, estable, la palabra malsonante se enamora del poeta interno y el instrumento se vuelve transpersonal, lo que expresa se vuelve  universal, el sonido por todos comprendido, curativo, el mental se enamora de la intuición y le cede su sitio para ser guiado hacia la maestría, el ciego se enamora del visionario que hay adentro y percibe la unidad de todas las cosas,  más allá de lo blanco y de lo negro, sostenido sobre lo sutil, lo neutro, lo real.

El momento que vivimos es el reflejo de nosotros mismos. Las crisis de las  relaciones de pareja actuales expresan lo que hemos creado: desarmonía, conflicto, dolor, desequilibrio y lo que nos queda por llegar a ser. Lo  que sucede en el planeta es también la vibración  que emitimos: la contaminación, el hambre, la enfermedad están aquí porque estamos contaminados, enfermos, desequilibrados. Por más que nuestra mente sea capaz de formular la utopía, el corazón y  la realidad muestran nuestra pobreza interior, nuestra incapacidad de hacerlo mejor, de vivir la unidad.

Hemos aprendido  relaciones basadas en el amor invertido, en la desconfianza, en el desequilibrio, en el poder de uno sobre otro,  en el dar para recibir, coger, tensar,  quitar,  reprimir o atacar, sobre la base del sufrimiento, el apego y el dolor. El Amor Verdadero es incondicional y libre, entrega, suelta, confía, da sin pedir a cambio, por la pura satisfacción de amar y cuidar,  de sentir el gozo de la unión, experiencia que emana del corazón, que se produce entre dos y del dos al grupo –hombre y mujer, padres e hijos-,  acompañando al otro en el reflejo de una danza armónica, en el encuentro tántrico y verdadero que no supone esfuerzo, que cae por sí mismo.

Tiempos de transición

Las parejas se rompen, no hay equilibrio, el petróleo se termina, el sistema económico se tambalea, las razas se mezclan, las culturas se atraen, el clima cambia, se investiga en energías limpias, se fusiona la mística y la ciencia, descubriendo el  increíble misterio de lo cuántico. Aprendemos a vivir presentes, la mente se deshace como se deshacen ante nosotros los procesos densos, aprendemos a través del sufrimiento a dejar atrás, aprendemos a través de la enfermedad a sanar, a transformar, a abarcar el límite, a hacernos más conscientes, sutiles, a sonar una nota más alta, de do a fa, de fa a la, de la a .

Para que podamos experimentar el verdadero amor tántrico, habremos  antes que elevarnos del pozo hacia la unidad con  nosotros mismos, integrar la experiencia cada uno, sonar una octava por encima, encontrar la pareja interior, la parte que se calma, que está en paz, que no duda, que no teme, que esta en equilibrio.  Una vez reflejada, hallada,  tejernos a ella, enamorarnos hasta ser uno y prepararnos  para atravesar las brumas de la ilusión y llegar con firmeza hasta el reino de la libertad y el corazón,  morada consciente interior. Solo entonces podremos transformar el mundo, vivir relaciones armónicas y materializar la utopía: vivir el paraíso.

Afortunadamente, estos tiempos que vivimos suponen los estertores, el final de las relaciones  en desequilibrio, sostenidas durante eras por unos y otros en base al apego y el poder sobre los demás,  relaciones que generan las emociones, el miedo, la inseguridad, la inquietud, información que está grabada y se activa en la mente, en la desconfianza, el miedo y la desconexión con lo que somos en esencia. “La verdadera libertad es la libertad de la mente”, Osho.

Son momentos en los que la tendencia hacia la búsqueda del equilibrio impregna el signo de los tiempos. La vibración es  universal, es de unidad,  se eleva y todos sentimos que el traje viejo aprieta.

Romper la estructura, rasgar la vestidura, renacer.

Las rupturas y las crisis nos mueven  hacia una posición más afín a lo que sentimos que la vida debería ser y en ese proceso de ajuste interno somos capaces - fieles a nosotros mismos- de romper la estructura que no sirve, de rasgar el esquema establecido, buscando una vivencia realmente equilibrada, de círculo, pase lo que pase y cueste lo que cueste.  Nuestra intuición nos lleva hacia lo que en lo profundo sentimos posible vivir, la unidad con nosotros mismos,  aunque hayamos de pasar interna y externamente por fases de vulcanización, de destrucción, de combustión, de muerte, de desierto,  de renacer.

El camino de ascenso de lo profundo del pozo, de la oscuridad, de la mentira, del engaño hacia la verdad exige reconocerlo y dejarlo atrás, ascender con claridad y firmeza por tu propia espiral interior. En tu propio proceso habrás de caer y levantarte tantas veces como requiera el entrenamiento y te cueste soltar lo que no quieres abandonar. El ego  jugará a tirarte de nuevo abajo, entretenerte, enredarte, hipnotizarte con sus sabidas artimañas, con faustos deseos, colocando falsas señales tan perfectas que te parezcan verdades lo que son solo señuelos; el ego teje tan fino que habrás de volverte más fino que él: consciente,  para no soltar el hilo y volver a perderte en tu propio laberinto. Sólo cuando hayas vencido, destapado, levantado y reconocido todas las trampas del apego con la espada de la firmeza y la claridad propias,  subirás alto hacia ti mismo por dentro de ti mismo, logrando el  equilibrio, encontrando tu alma,  el cielo,  tu propia luz, tu pareja interior, tu “Yo Soy”.

“No es la vida lo que importa sino el coraje que le pones, no hay sustituto para el coraje, sin coraje no podrías incluso ni levantarte por las mañanas. Al pasártelo bien, brillas, resplandeces, te llenas de gracia. Pasártelo bien es no tolerar la maldad y la muerte para uno mismo y aquellos a quienes amas. Te lo pasas bien cuando transformas la adversidad y la calamidad en gloria y cambias cualquier dificultad en una realidad próspera” Yogi Bhajan

Enamorarse de uno

El enamoramiento es de uno hacia uno, hacia adentro lo limitado se encuentra con lo ilimitado y se fusiona en un encuentro de amor único, lo oscuro encuentra la luz y adquiere la experiencia de la conciencia, el irritado se enamora del tranquilo y ajusta la velocidad a la calma, el deseo se enamora del desapego y el espacio se vuelve meditativo, quieto, estable, la palabra malsonante se enamora del poeta interno y el instrumento se vuelve transpersonal lo que se expresa se vuelve  universal, el sonido por todos comprendido, curativo, el mental se enamora de la intuición y le cede su sitio para ser guiado hacia la maestría, el ciego se enamora del visionario que hay adentro y percibe la unidad de todas las cosas,  más allá de lo blanco y de lo negro, sostenido sobre lo sutil, lo neutro, lo real.

Los hemisferios cerebrales se unen en la mente neutral transcendiendo la dualidad,  desatascando la fuente de serotonina de la que emana la felicidad original, propia; el gozo supremo que sale de adentro no precisa de fuegos de artificio,  el éxtasis sucede de la contemplación de lo real, del reflejo de lo verdadero, del presente en el presente. La atadura del muladhara encuentra la puerta de la libertad y se enamora de la experiencia del vuelo, de andar en el equilibrio ligero del que suelta y camina en la cuerda de su propio equilibrio, de su propia firmeza y seguridad.

En la ascensión, cada uno descubre que su pareja sana está dispuesta a ser encontrada en el interior, a través de caminos de silencio, de entrega y de calma, que el alma anhela ser reflejada, la conciencia activada, transitada la experiencia suprema del Tantra, de unión con nuestros potenciales  dormidos. El triángulo energético inferior se une con el triángulo energético superior a la altura del corazón y así el corazón penetra la mente y la acalla, la calma, pudiendo todo el ser en armonía experimentar lo ilimitado: el vuelo, el equilibrio perfecto de cada uno con el todo, siendo el todo cada uno; y alcanzando la unión con lo divino la mente se vuelve diamantina.

La ascensión a la montaña

Nuestra sabiduría infinita disuelve lo que no sirve en ese proceso de ascensión hacia nuestras experiencias elevadas. Evolucionar es la consigna, un proceso activado desde hace tiempo adentro y afuera, que sucede con efecto dominó,  que reverbera y transforma a la Humanidad, de cada uno hacia la búsqueda la joya interior, al encuentro de las partes luminosas, libres  y bellas.

Solamente cuando este proceso de madurez interno se produce, reencontraremos nuestra pareja verdadera afuera, el propio reflejo en el otro, irradiando el mismo proceso de luminosidad, de verdad, de libertad. La unidad sin apegos, donde la confianza es la alianza. Sea el pacto nacido del corazón, no de la cabeza  ni del miedo, y en ese ajuste perfecto, experimentaremos el amor tántrico que eleva al cielo, viviendo experiencias místicas compartidas, abriendo las puertas de lo aún incomprensible, innombrable, inabarcable, infinito.

La energía se transforma y nos transforma sonando en su máxima, el sahasrara. De la enfermedad a la sanación, del odio al perdón, de la separación a la unión, del desequilibrio al equilibrio, de las crisis a la comprensión.

Subir por el cordón interno

Abrir el corazón es latir conscientemente en anahata, es confiar hasta ascender  a la cabeza, a la pineal,  activando la intuición, la felicidad que emana de la no mente, vaciar el hemisferio racional del constante  ruido, de conocimiento limitado para volvernos infinitos, ecuánimes, dimensionales.  La ascensión es un proceso interno, es subir la energía arriba y vivir las experiencias que emanan de los centros superiores, volviéndonos trascendentes, transpersonales, vacíos de identidad, ligeros, etéricos, luminosos, bellos, verdaderos. Entonces seremos capaces de equilibrar lo de afuera, de lograr un planeta puro, descontaminado, sin enfermedades, donde la igualdad reine en los confines de la tierra, donde la ecuanimidad guíe cada paso, dibujando sobre la tierra el cielo.

Estamos siendo guiados hacia nosotros mismos, si Piscis fue la era de compartir, de la comunidad, Acuario es la Era del “Yo Soy”, de encontrarse a sí mismo, de entrar adentro y romper el bloqueo, de ascender, de dar con la visión interna, con la voz certera, con el conocimiento profundo, con la piedra filosofal, con el grial, la conciencia crística, la experiencia de unidad de todas las cosas. “Si no ves a Dios en todo es que no lo ves “ Yogi Bhajan.

La joya está adentro. Encontrar la pareja ideal es descubrirse a sí mismo en todas las posibilidades desplegadas de la conciencia, es encontrar el yo brillante, sabio, puro, feliz y verdadero.  Tenemos el instrumento, la melodía suena en el universo, la nota reverbera adentro, en el silencio… afinarse sin miedo.

Texto y fotos: Mar Lana - www.marlana.com